Los 12 pasos ..

Hola soy Pamela y soy...

¡ADICTA A WORD CHALLENGE!

Es cierto, y lo acepto, después de haber pasado por una larga etapa de negación. A pesar de lo que pueden haber pensado por mi artículo anterior (sobre las drogas), confieso que la única adicción a la que me ha hecho llegar mi "estado automático" es al dichoso juego Word Challenge. Lamentablemente, esta adicción no es para nada productiva, a diferencia de variadas sustancias. Hasta es muy probable, que mi increíble dedicación a este juego, llámese "educativo", haya corroborado a la permanencia de mi estado.

Todo empezó una mañana de clases en la universidad, cuando una amiga llegó quejándose. No había nada extraño hasta dicho momento, hasta que escuché de lo que se quejaba: un jueguillo de palabras del cual estaba volviéndose adicta. Me llamó la atención, y simplemente fue uno de esos tantos datos que innecesariamente guardo en mi consciente. (¡Oh! Craso error)

Un día me encontraba aburrida en mi casa viendo qué hacer en el ciberespacio, cuando este dato saltó en frente mío materializandose en mí escribiendo las palabras Word Challenge en el buscador. La búsqueda me condujo a Facebook, página a la que nunca pensé acceder, pero de nuevo las viejas palabras de mi vieja tía se volvieron funcionales: "Nunca digas nunca". Así que atraída por la curiosidad, y mi exacerbado gusto por las palabras, procedí ha hacerme una cuenta. A primera vista no pude hallar al juego, y casi desistí de mi intento. No obstante, pude verlo en la cuenta de alguien, y ahí estaba, llamándome con su intenso color amarillo, y una muñequita con ropa de estudiante japonesa que me decía que entre. Y lo hice (Lo sé, soy débil).


En los siguientes días, este simple e inocente juego, me llevó a despertar viejos hábitos que creí haber extinguido: me mordí las uñas esperando cada resultado; alimenté mi insomnio vorazmente, lo cual a su vez incrementó mi dolor de espalda y decreció mis niveles de leucocitos; descuidé mi novicio blog; y aun peor descuidé mis estudios (le fallé a mi profesor de historia..lo siento Costa). Y aunque por una parte favoreció mi rapidez mental para recordar palabras, y recuperé mi rapidez al tipear; de nada me sirvió, pues no usé mis nuevos superpoderes para nada más que para el juego.

En el juego, para aquellos que han tenido la suerte de no caer en sus maquilladas garras, cada nivel tiene un personaje:

He luchado por llegar de personaje a personaje, y en aproximadamente 3 semanas pasé de Ermitaña (ese que parece dementor de Harry Potter) a Anagram Cyborg (el Shakespeare robótico). "Es graciosa la jerarquización de estos personajes", pensaba mientras mis dedos atacaban el teclado, "¿Qué demonios hace que un abogado sea 3 niveles más que un profesor, 7 niveles más que un chef o 10 niveles más que una estrella de rock". Cosas como esas ocupaban mi mente. Admito que me emocioné cuando llegué a ser un actor, luego una cantante de ópera y director de cine. Pero la sensación de orgullo por mí misma era rápidamente pisoteada por mi ánimo competitivo de seguir, y así, seguí despues de llegar a filósofa (sí me emocioné de ser un viejito amanerado con barbita y toga :D).


Felizmente, hoy he sido liberada, mi amiga Jimena, me ha dado las llaves a mi libertad cuando me dijo que había alcanzado el nivel máximo. He dado finalmente el décimo segundo paso de mi terapia. Como tras cualquier otra adicción, aun sigo jugando, porque aun guardo esa tensión de que hay otros que, aunque están en mi mismo nivel, tienen mayor puntaje, Y aunque aun cuando camino por la calle en mi mente se arremolinan las letras: carros, roca, cao, oca, osa, aso, ora, oras, rosa, sora, caro, aro, sor, caso, osca, etc. Ya nada es igual, me he recuperado.


Ahora solo espero que los creadores del juego no hagan más niveles :D..

M.M.